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martes, 28 de junio de 2011

Capitulo 3

III

El reloj de la sala dio justo 3 campanadas.
La casa se alborotó. Todas comenzaron a movilizarse. Ansiosas, las mujeres de Red House no se caracterizaban por su paciencia, todo lo contrario, y aun más, cuando faltaba poco tiempo para que lleguen sus Dannas y aun no estaban listas.
La más joven miraba sin entender absolutamente nada…

-habrá una fiesta con los amigos de Brian- Flor le extendió la mano ayudándola a pararse- Y la mayoría de sus amigos son nuestros Dannas…

-Que es un danna?

-Es una tradicion que slian tener las geishas en japón, a Brian le gustan mucho esas cosas...son nuestros clientes predilectos-sonrió-Solo podemos elegir a uno…aunque él decide si nos deja o no, nunca es seguro- suspiro y posó sus ojos en la nada- Vic, ella esta enamorada de su danna, tanto como él de ella.

-Y ¿las demás?-

-Julieta no se enamora más que del dinero, pero sabes, no todas elegimos a alguien como danna-

La puerta se abrió. Ambas, Silvia y Angela entraron de repente en la habitación.

-Sus vestidos están en sus habitaciones, lárguense de una vez- sin palabra alguna, una a una fueron saliendo de la habitación- Tú, pequeña, vienes con nosotras

Caminaron de prisa por los pasillos de la gran casa. La metieron en una habitación y trancaron la puerta. Akemi se sentó en el borde de la cama, mirándolas expectante, con cuidado.

-Tienes que hacerlo esta noche- ordenó Silvia

-¿estas segura de que es completamente necesario?-

-por dios Angela! ¿Desde cuando te ablandaste? Tu conoces a Bri tan bien como yo, sabes que si se entera la niña queda de patitas en la calle-

- y bien, ¿Quién lo hará?-

-a mi ni me mires, yo no toco a ninguna mujer!-

-yo no desvirgaré a una niña!! Que lo haga un cliente!-

-Le dirían a Brian! Además, si es muy obvio q ella acepta a alguien él sospechara-

-pues alguien nuevo o algún viejo amigo!-

-todos los que vendrán son viejos amigos…!de Brian!- Silvia estaba perdiendo la paciencia- no le tendrías que haber mentido Angie! Mira todo este embrollo!-

-No pude evitarlo, no quería que llore!-

-¿Aceptar?- en ese momento recordaron la presencia de la joven en la habitación- Por dios! Desde que llegue aquí no entiendo ninguna palabra de lo que dicen! Me encantaría que alguien me explique como demonios se manejan aquí!-Las dos amigas se miraron y rieron, ¡hacia tanto que no tenían una discusión así! Se sentaron una a cada lado de Ame ya mas calmadas.

-En verdad es simple, somos las privilegiadas, nosotras elegimos a los clientes y ellos mueren por nosotras. Brian nos tiene para sus clientes mas importantes y cuando este maldito lugar se llena, llaman a otra casa, hoy no vendrán, por suerte, porque cuando lo hacen las chicas arman demasiado alboroto, las odian-

-Ahora vístete y baja, estarán por llegar, y queremos que alguien te vea y me pida por ti- Silvia fue acercándose a la puerta- esperemos que sea rápido.-

Ambas vieron como la mujer se retiraba de la habitación. Ame enfocó sus ojos en los de Angela, aún le quedaba tanto por saber...

-me podrías decir que hacer? Yo... yo no tengo idea! -

- No es nada del otro mundo, en realidad todo se hace sencillo luego de que empiezas.-

La más joven la miró llena de odio... detestándola por hacer comentarios tan poco concretos.

-eso me lo dices tú, pero no sé cómo pretendes que yo te entienda! Jamás me he acostado con nadie, no sé que debo hacer, ni que voy a sentir... nada!

-tú sólo déjate llevar! No es más que eso, los hombres que verás hoy no son ningunos inexpertos, ellos saben que hacer, tú sólo les sigues el juego... -Angie sintió que la invadía una terrible sensación de pena, realmente sentía lástima por esa niña-la penetración tal vez duela un poco, pero tampoco es para tanto... y contrólate! Pase lo que pase, no grites, ni llores, ni nada por el estilo, nadie debe darse cuenta de lo que eres...

-bien-dijo, algo desanimada...- ahora me visto, y en unos minutos bajo.

La mayor se levantó de la cama, se detuvo frente a la puerta, antes de abrirla.

-y no se te ocurra, por nada del mundo, besarlo, eso jamás debes hacerlo.

No le dio tiempo a hacer más preguntas, y dejó a la pequeña sola, sentada sobre el borde de la cama, con su vestido sobre la falda.

Se dispuso a colocárselo, era el mismo que se había probado el primer día. Realmente le gustaba, era muy bonito...

Estaba aterrada, pero de todas maneras se decidió por salir de la habitación, era mejor hacerlo antes de que el salón se llenara, bajar cuando ya hubiera muchas personas allí... eso sería realmente avergonzante!

**

Comenzó a bajar lentamente, procurando no hacer ningún mal movimiento y no caer de esa enorme escalera.
Se iba tomando el vestido por debajo, manteniéndolo apretado contra sus piernas, temiendo que desde abajo pudieran ver sus interiores... sí, un cuidado estúpido, tomando en cuanta el lugar en el que se encontraba, pero es que ese tipo de manías no se quitan rápido...

Todas se encontraban sentadas por allí, cada una en un lugar diferente, posando ridícula y sugestivamente, como si alguien estuviera fotografiándolas...
Terminó de situar sus pies en el suelo, caminando despacio hasta el lugar en el que Angela se encontraba.

-¿Qué?, ¿ahora tienes una obsesión conmigo?-dijo la mayor, enfadada.

-no-respondió con la cabeza baja-es sólo que eres la que menos mal me ha tratado, y no sé que hacer.

Hizo rodar sus ojos y los volvió a fijar en la joven.

-tan sólo siéntate en algún lado, abre las piernas, trata de lucir bonita y espera, ni que fuera una ciencia!

**

Solo tres cuadras distaban entre la ubicación de Red House y el auto de la policía.
Maggi se mantenía alerta, buscando alguna anomalía, alguien sospechoso, esperando a que su presa se apareciera y la guiara hacia donde ella deseaba... mientras que sus dos ayudantes jugueteaban idiotamente, golpeándose con rollos de papel.

-podrían ser un poco menos imbeciles?-les gritó-al fin que soy la única que está trabajando! Por lo menos finjan.

-pero, Maggi, ni nos dijiste qué estamos buscando!-replicó Emma, mientras introducía una rosca en su boca

- Dios! Demian, no me digas que tú tampoco sabes a quién esperamos?-

La expresión desorbitada en el rostro de su compañero le indicó que se encontraba en lo correcto, y prosiguió.

-busquen a la pelirroja! Esa condenada de Autumn nos ha evadido por mucho tiempo, y ya me harté de que se ría de nosotros! Yo sé que vende por aquí, y estoy segura de que tiene un comprador importante, tal vez un grupo! Así que manténganse atentos, por favor.

Terminó su frase, y golpeó a Emma en la cara con un manojo de llaves.

**

Tres golpes a la enorme puerta.
Silvia y Victoria se apresuraron a recibir a los invitados mientras las demás esperaban ansiosas. Red House recibía clientes de todo tipo, todas las semanas, pero ese seria un día “especial” ya que no vendrían clientes cualquieras, no, vendrían los amigos de Synister, ellos recibían siempre un trato especial.

Silvia abrió la puerta dejando entrar a los invitados, Victoria se acercó hacia el que los lideraba y lo abofeteo

-Eres un imbecil papá!- Luego miro con ojos llorosos al chico que se encontraba a su izquierda- frank, que haces con él? Creí que te importaba!

-Cálmate victoria!-la voz de Silvia resonó por todo el vestíbulo- ve con las demás, luego tendrás tiempo de hablar con tu padre, ahora es tiempo de trabajar

-perdonen, Ray, frank, no sabe controlarse- Brian apareció detrás de ellas- y tu, controla a tus putas, quieres Silvia? Ese es tu único trabajo aquí, Hazlo bien!

Silvia fulmino con la mirada a victoria, tendría graves problemas después, en cuanto a la más joven, retorno al salón con sus compañeras dejando un silencio incomodo en el vestíbulo.




Amelia se distraía con sus pensamientos, tratando de imaginar todo lo que acontecería a continuación, tanto así que no vio entrar a los clientes, incluso todo el bochinche del salón solo eran murmullos para ella. Estaba en transe, un transe del que Angela y Silvia la sacaron

-Pidieron por ti- ambas tenían una sonrisa de satisfacción en el rostro, de victoria, inclusive

-¿Quien?-

-Aquel joven de allí, el que esta junto a Ray y Bri- el corazón de la muchacha se detuvo de golpe, sus ojos se abrieron como platos, instintivamente se llevo la mano al pecho oprimiendo con fuerza, solo para no llorar

-No, me niego absolutamente-

-Debes aceptar, no sabes si alguien mas pedirá por ti, además- Silvia intento una forma mas suave de decírselo aunque le resultaba casi imposible- querida, este embrollo es tuyo, nosotras no estaremos de patitas en la calle, tu sí, así que te conviene hacerlo-

-Pero…yo…-una fina lagrima recorrió su rostro, Angie le seco el rostro con una sonrisa

-Ya veras que no estará tan mal, ahora ve a tu habitación y espéralo allí, ¿si?-

Sin mas esperanzas de hacerlas cambiar de opinión, Akemi subió las escaleras hasta su habitación, resignada, triste, con ganas de echar a llorar enseguida. Tranco la puerta del hermoso cuarto y solo lloro en silencio, maldiciéndose, maldiciendo todo, maldiciendo lo que estaba a punto de ocurrir

* * *

La puerta se cerró tras él haciendo sobresaltar a la más joven, que se encontraba sentada en el borde de la cama. No podía negarlo, era hermoso, tenía cara de niño, pero esa cara, esa persona, dañaba por completo su corazón


-No has cambiado en nada- Se sentó junto a ella. Ame mantenía los ojos clavados en el suelo, repaso en su mente todo lo que tenia que decirle, reunió fuerzas para no llorar y luego habló

-¿Por qué me pediste Ryan?-

-Solo te vi allí sentada, sola… ¡Hace tanto tiempo que no te veía!-

-Siete meses y tres días- su rostro dibujo una mueca parecida a una sonrisa- Ni siquiera te preocupa, nunca has llevado la cuenta de nada- imposible, sus lágrimas comenzaron a rodar

-¡No! ¡Espera! No llores por favor, dime que puedo hacer para que no llores- Se arrodillo en el suelo delante de ella esperando poder ver su rostro

-Nada- posó sus grandes ojos en él- solo dime ¿por qué?

-porque ¿qué?-

-¡Vamos Ryan, no seas idiota! ¿Por qué? ¡¿Por qué tuviste que romperme el corazón?!- Silencio, las lágrimas fluían incansablemente

Allí se encontraba, sentada en el banco de una plaza, llorando, últimamente lo hacia demasiado seguido. La miseria en la que vivía la absorbía día a día, su padre estaba a postrado en una cama de hospital agonizando, y la única persona a la que quería, la única capaz de hacerla sonreír se había marchado.
Ese día no había sido diferente, Salio del colegio y se dirigió a esa plaza casi intransitada, a llorar y llorar, era la única salida, la única manera de desahogarse que encontraba por el momento, solo llorar silenciosamente. Todo era normal, todo iba de costumbre hasta que alguien la vio llorar sola, y lo conmovió

-Es un desperdicio que un rostro tan precioso tenga que llorar- levanto la vista y vio la perfección-¿Por qué lloras?

-Lloro porque todo me tiene harta, la escuela, mi casa, mi barrio, el mundo- Seco con la mano sus lágrimas, haciéndola sonrojar, luego la observo unos momentos detenidamente

-Es mejor así, sin lagrimas te ves muchísimo mas bonita- le dedico una hermosa sonrisa- soy Ryan, ¿Cómo te llamas?-

-Amelia... - observó con detenimiento el rostro de aquel muchacho, y antes de que pudiera evitarlo sus mejillas se tornaron mas rosadas que lo normal

-Entonces, Amelia, ¿de que sabor te gustan los helados?-

-Limón…-la niña sonrió, la niña se sintió feliz por primera vez en meses.

Intento grabar en su mente todo con respecto a ese muchacho por mas innecesario que fuera luego, ya que ambos siguieron frecuentando ese lugar, haciéndose amigos…

La amabilidad excesiva puede llegar a ser amor, o a confundirse con tal, así fue el caso.
Era capaz de hacer cualquier cosa por ella, desde hacerla reír, hasta cuidarla cuando estaba enferma. Ella se enamoro perdidamente, y el hizo oídos sordos a todas las señales, quizás por distracción, quizás por no querer admitir que la quería de más.
Jamás debería haberla besado, primer error. Jamás debió entrar a ese bar, error de ella. Verlo allí con sus manos y sus labios sobre otra…!un error mas! Su corazón se hizo añicos, rompió en llanto ante la vista de todos, totalmente desmoronada, desapareciendo en segundos tras la puerta…totalmente convencida de que jamás se permitiría verlo, ni llorar por él...

-Sabias lo que sentía por ti- suspiro hondo intentando calmarse- ¿por qué me besaste?

-No lo se, por impulso, o por cariño- se acercó a ella, tomándola de las muñecas intentando besarla- aun puedes venir conmigo, puedes dejar este lugar-

-No, estoy aquí por mí, ¡para ayudarme a mí y a mi madre!-

-Esa es una mentira y lo sabes-

-Hasta ahora tú fuiste mi mayor mentira, Ryan- se recostó en la cama- No puedo creer que seas justo tú, nunca creí que frecuentaras estos lugares, de todas maneras eres amigo de Brian y él me matara si no hago lo que debo. El tiempo es dinero ¿sabes Ryan?

-¿en esto se ha convertido la niña que lloraba siempre?-

-En esto has convertido a esa niña -Lo miro seriamente, reprochándolo- ahora ven por favor, sabes que de esto depende mi maldito trabajo

-¿sabes?-Se acostó junto a ella, dejando espacio entre ambos, observándola, admirándola- nunca fue mi intención herirte- Suspiró quedadamente, cerrando los ojos -En otro tiempo esta escena hubiese sido perfecta- entrelazo sus dedos con los de ella mirándola fijamente a los ojos

-no te ilusiones, hago esto por dinero, ya lo sabes-

-¡Dime por favor!- dijo él, con los ojos rebalsando en lágrimas- ¡¿donde quedo mi dulce niña, eh?! ¡¿En que se ha convertido?! Por favor Ame, dime-

-La mataron, simplemente se convirtió en la muñeca de los demás, le quitaron la posibilidad de sentir, le dañaron el corazón- sus ojos ya no se empañaban, no podía, ni pretendía volver a llorar, no más, se hartó- Es en parte, en gran parte, tu culpa Ryan, y vienes ahora a empeorar tu situación conmigo ¿Por qué no pudiste pedir a alguna de las otras? ¿Por qué yo? ¿Para sufrir más?

-¡no! ¡Quiero que comprendas, que yo lo que menos deseo es hacer que sufras! Yo pedí por ti simplemente porque quería comprobar que estaba equivocado, que esta no eras tú... ¡porque creía imposible llegar a encontrarte en un antro de esta índole! Cuando te vi sentada allí... –fijó sus ojos en el techo, sin un punto fijo al cual dirigirlos y comenzó a gesticular, con sus brazos extendidos hacia arriba- traté de decirme a mí mismo que no eras tú, que jamás harías esto...-voltio su cabeza, mirándola- mereces algo mejor.

Ella se incorporó sobre la cama, mirándolo desde arriba por primera vez desde que se conocían.

-sé que merezco algo mejor y que soy demasiado para todo lo que me a tocado vivir, ni lo digas... pero me vale, no me queda más que hacer. Ahora, estoy perdiendo dinero-lo dijo con un gesto frío y distante, mirándolo con resentimiento-así que o me permites hacer mi trabajo o me dejas para que atienda a otro.

Él se sentó también, no iba a negarlo, estaba furioso con ella, y no era sólo por la forma en que le hablaba, era más bien por la actitud, por lo que ella era ahora, o por lo menos lo que él estaba imaginando que ella era. Se la imaginó de la peor manera posible, la vio perfectamente, sobre esa misma cama, cubierta por sábanas baratas y de mal gusto, oliendo a cigarro, a alcohol... con el precioso cabello negro desarreglado, y contando billetes mientras algún ebrio se vestía frente a ella, saliendo por la puerta, dejándola sola, como quien deja a su mascota en casa. Sintió rabia. ¿Cómo era posible que se hubiera permitido llegar a eso? ¿Cómo le había permitido él llegar a eso?
La tomó por los hombros y colisionó sus labios contra los de ella. Se le arrojó encima, tomando su rostro entre las manos y apretándolo con fuerza. “NO debías perder tu inocencia tan rápido, no así” pensó Ryan, sin ser realmente conciente de lo que estaba pasando. Se desabrochó los pantalones rápidamente, y levantó la falda de ella. Debía hacerlo lo más rápido posible, si pensaba por un segundo en lo que estaba sucediendo, dejaría todo. Se inclinó, besándole el abdomen por encima de las telas del vestido. Comenzó a acariciarle las piernas, con delicadeza, bajando sus besos hasta ellas, se las separó despacio y volvió a recostarse sobre ella.

-terminaré rápido-dijo mientras una lágrima se deslizaba por su mejilla- ya no te molestaré.

Comenzó a introducirse en ella, con los dedos primero, asegurándose de estimularla lo suficiente, para poder adelantarle el orgasmo y tener la seguridad de dejarla bien complacida y no llegar antes... “recuerda las palabras de Angie, no llores, no grites” los sentimientos completamente apuestos la invadían, no sabía si lo mayor era el dolor físico, el dolor en su alma, o el placer que su amado Ryan le estaba profiriendo.
Él no terminó, se salió de su interior y se metió al baño. Unos minutos después salió de este, sin mirarla siquiera y corriendo hacia la puerta.

-continúa con lo tuyo, prometo que ya no voy a molestarte.

Una lágrima solitaria abandonó sus ojos, y ella quedó allí, sentada en el medio de su cama, muriendo del dolor... en todos los sentidos en los cuales la palabra “dolor” puede ser utilizada.

jueves, 23 de junio de 2011

Capitulo 2

II


Todas hablaban a la vez, el pequeño grupo de mujeres estaba revolucionado. Siempre era igual cuando alguien nuevo llegaba.
Julieta recorría la habitación con paso apresurado, apretando los nudillos, susurrando cosas no demasiado coherentes. Florencia revolvía entre sus vestidos, gritándole a Sophie todo lo que, estaba segura, provocaría la llegada de esa chica, y Victoria simplemente permanecía sentada, tratando de desenredar su cabello.

Todas creían que estaban perfectas así, siendo pocas... eran reinas en su palacio, de esa forma! Brian las tenía muy consentidas, y los días en que venían los clientes... esos eran los mejores! La jauría de hombres abalanzándose sobre ellas, ofreciéndoles regalos, peleando por un lugar en sus camas, por ser el “favorito”. Eso era lo más mágico y maravilloso de aquel burdel, las damas de allí no se preocupaban por ser la favorita de algún cliente adinerado, si no que eran ellos los que deseaban ser el cliente predilecto, en ocasiones llamaban a otras chicas, de otras casas, pero las seis, las seis que vivían en la casa, las protegidas de Brian, ellas eran especiales.

Y, en fin, era comprensible que tuvieran miedo. Él había hablado de la pequeña Amelia por meses! Eran infinitas las ocasiones en las que había mencionado su inocente aspecto, su dulce forma de ser... definitivamente era una amenaza.

Tres golpes a la puerta.
La voz de Silvia tras ella.
La joven entrando al cuarto.
Las cuatro mujeres voltearon sus cabezas para verla, llenas de odio.

-No sean víboras, quieren!?-Les gritó Silvia- Como se nota lo niñas que son. Reciban bien a la pobre chica.- Cerró la puerta de un golpe, desapareciendo tras ella.

Victoria se levantó de su silla, rindiéndose en la tarea de arreglarse el cabello, conciente de que, a menos que se lo mojara, no quedaría bien. Caminó con lentitud hacia la chica, mirándola con aires de superioridad, ajustándose la bata de seda negra y magenta a medida que caminaba. Se paró frente a ella...
Las demás rieron, dedicándose miradas cómplices entre ellas, concientes de lo mala persona que Victoria podía ser cuando se lo proponía.

-Así que tú eres la famosa “niña inocente” de la que tanto han hablado.-La más joven bajó la cabeza, sin responder nada.-respóndeme! No seas maleducada que no te estoy preguntando nada que sea difícil!-

-Y cómo quieres que sepa?-susurró, aún con la vista en el suelo.

-Niña insolente!-gritó Julieta, acercándose con los puños serrados y bien apretados, sin notar que sus uñas estaban lacerando la carne de sus palmas.-a nosotras nos tratas con respeto, me oyes? Nos lo debes-

La más joven pasó junto a ella, sin mirarla, aún con los ojos clavados en el suelo. Se detuvo en seco, y se sentó en el piso, con las piernas en canasta, mirando en todas las direcciones.

-Me gusta -dijo, como si las intimidaciones de parte de las demás chicas no hubieran llegado a sus oídos- todo el lugar es bonito.-

Florencia suspiró, conciente de que no serviría de nada agredirla, y de que, en realidad, hacer eso sólo les traería problemas.

-Nos puedes decir quien te trajo aquí? Quiero decir, quien te presentó a Brian?-


Ame levanto la vista, fijando sus enormes ojos oro en la muchacha-el dueño de un bar... creo que su nombre es Raymond, pero no estoy segura.-

-qué!?-exclamó Victoria, con los ojos bien abiertos, totalmente palidecida y con una impagable expresión de desconcierto en el rostro.- mi padre te trajo aquí?-

Se encogió de hombros. Desconocía la respuesta a esa pregunta, no tenía idea de eso que acababa de mencionarle.

-no sé quien es él, sólo sé que se llama o le dicen Raymond y que es pelirrojo, más que eso, no.-

Julieta se apuró a sujetar a su amiga, apretando fuertemente el brazo de ella, conciente de que la joven podía perder el control en cualquier momento.

-mi papá...-comenzó a decir, con la voz quebrada, casi a punto de llorar- él... él sabe lo que esto es para mí!-volteó, para hablar con Julieta- no debería hacer estas cosas!-

-agr! Niña mentirosa!-le gritó Julieta a la más joven- Raymond nunca te traería aquí! Él no le daría competencia a su única hija! Ahora dinos de donde saliste!

-ya se los dije! Además, no me trajo, si? Simplemente me habló de este lugar. Yo no sé nada de ustedes, no tengo idea de cual es su relación con Raymond, ni con la gente de aquí....- hablaba calmada, mirándolas a todas desde abajo, aún sentada sobre el suelo- tampoco me interesa, yo lo que necesito es dinero, y tenía que encontrar la forma de conseguirlo.-

-vende droga!- gruñó

-ay, Julieta! Cómo eres tan insensible con la niña?-recriminó Sophie, mirándola desde el otro lado de la habitación

-tú no te metas, que siempre terminas defendiendo a las pirañas esas que Brian trae cuando tenemos mucha gente! es competencia, nada más que eso ante mis ojos... y no te confíes tanto, porque tú dejaste de ser competencia no hace mucho, y que te tenga cariño no significa que no prefiera mi bienestar antes que el tuyo.-

Ella era así, no había que hacer... Julieta no se caracterizaba por ser una persona ni bondadosa ni comprensiva, prefería siempre pensar en lo que era conveniente para ella, y para sus seres más queridos... oh, sí, y no le era demasiado fácil dejar entrar a una persona en su corazón...
Quién podía culparla?

Todas las mujeres encerradas en esa casa escondían pasados oscuros, pasados de los cuales no hablaban con nadie, pero que laceraban sus almas y las atormentaban en sus sueños cada noche. A pesar de la fuerte amistad que había surgido entre ellas, nunca habían comentado nada de sus vidas antes de “Red House”, entrar allí era algo sólo para algunas privilegiadas, y la que entraba allí, no se iba, y no por ser obligadas, sino porque en aquel antro, hallaban la tranquilidad y felicidad que jamás habían tenido... con todas había sido igual, habían entrado por recomendación de algún amigo de Brian, que había creído que ellas darían resultado trabajando, a excepción de Silvia y Angela, de ellas se sabía aún menos que de las otras... las dos mujeres tenían una relación mucho más estrecha con Brian, eran aún más consentidas que las otras, y tenían el poder de decidir quien se iba y quien se quedaba.
Agie estaba encargada de aprobar o no a las que deseaban entrar, y Silvia, simplemente tenía el control sobre todas ellas, debían hacer lo que ella les ordenara, y de lo contrario, seguramente habría problemas, eso era seguro.

-No digas nada más-dijo Victoria, recuperando la cordura- no hace falta que peleemos así, con eso sólo nos estamos debilitando... nadie es competencia para nosotras, y de todos modos... a quién le importa esta chica?-continuó, mirando despectivamente a Ame- ya se los dijo ella, mi padre la ha traído aquí! Él... él no sabe hacer nada bien... no durará.-

-no necesitas hablar así, sabemos que lo de Ray te lastima...-Julieta apoyó su mano sobre el hombro de la joven- no pienses en él y ya-

-no, tú no entiendes, yo sé que a él nada de mí le interesa, mientras no lo tenga frente a mí, todo va a estar bien-

Florencia se mordió el labio inferior, con un aire de preocupación en su mirada.-Vic... no es para hacerte enfadar, pero te recuerdo que el sábado será la fiesta... y sabes que a Brian le gusta festejar a lo grande y tener muchos invitados... hay una posibilidad... de que tu padre esté aquí, y lo sabes, siempre la hay.-

**

El escritorio de la oficina de Brian se encontraba a pocos días de quedar completamente destrozado, ya estaba en un estado deplorable.
Su costumbre de tener sexo sobre él estaba acabando con el pobre mobiliario. Pero en realidad, era la única opción que tenía... en la intimidad de su oficina, sobre ese gran trozo de madera, era el único lugar en el cual podía hacer suya a su mujer sin tener problemas...

Silvia había entrado a la oficina luego de llevar a la nueva con Alegna. La visita era inocente, de simple consulta, para preguntar a Brian que debía arreglar primero, sabía que para él esas fiestas eran muy importantes, y la organización debía comenzar mucho antes.
Pero los planes de su patrón eran algo diferentes... corrió hacia ella apenas la vio cruzar el umbral, su sola imagen lo llenaba de deseo, esa mujer era el mejor estimulante para él.
La tomó de la cintura, aferrándola contra su cuerpo, procurando que no pudiera escapar, y comenzó a besar su cuello con lujuria.

-Bri, no otra vez!-dijo ella, con fingida molestia... intentando ocultar el gran placer que le provocaba saber lo mucho que su hombre la deseaba-estoy ocupada!

Él no hizo caso, y continuó, subiendo con sus labios hasta llegar a los de ella, besándola con delicadeza, con una dulzura atípica en él, con todo el amor del mundo.
Comenzó a caminar con ella entre sus brazos hacia el escritorio, arrojando al suelo todos los papeles que pudo, y recostándola sobre los que quedaban.
Se paró frente a la mujer por unos segundos, mirándola fijo a los ojos, anticipándose a todo lo que estaba a punto de suceder, él siempre hacía eso, le gustaba planear, y le gustaba que Silvia supiera que estaba planeando cosas para hacerle...
Comenzó a desatar las tirillas de su bata, besando su cuerpo a medida que lo iba descubriendo. Ella estiró sus brazos, enredando sus dedos entre los cabellos oscuros de Brian, manejándolo a su antojo...
Se detuvo sobre el vientre de la joven, besándolo repetidamente, colocando sus manos sobre las caderas de ella.

-no... Me hagas esto-jadeó- no me gusta... esperar...-

Deslizó su lengua por el ombligo de la chica, y se alejó por unos segundos para poder quitarse la ropa. Se deshizo de las pocas prendas que lo cubrían en instantes, y estuvo ya sobre ella... penetrándola con vigor, tomando su rostro entre sus manos y besando sus labios ávidamente... complaciéndose cada vez que oía la voz de su compañera gritar su nombre, gemir copiosamente, sus uñas clavarse en su espalda, cada que la dejaba sin aire...

Ninguna de las chicas de la casa eran concientes de la relación entre ellos dos, ni debían saberlo nunca... él lo sabía, y Silvia también, por más doloroso e incomodo que eso fuera, no sería para nada conveniente que alguien se enterara de ellos.

-Sil...-dijo él, observándola desde su asiento, mientras ella permanecía reposando sobre los papeles que había en el escritorio- cuéntame algo... crees que la niña va a servirnos?

-por qué me lo preguntas a mí?-respondió la mujer, con aire despreocupado- yo no la he tocado, ni pienso hacerlo... de eso mejor hablas con tu amada catadora profesional de putas... no que ella era la mejor?

-no me agradan tus celos, y lo sabes, no tienes nada que reclamarme.

-sí, lo sé!-gritó, enfadada, levantándose y tomando su ropa del suelo.- ya sé, Brian!, que para ti somos todas igual de útiles y que te servimos para lo mismo! No es necesario que me lo recuerdes.

Se colocó la bata apresuradamente, sin volver la vista hacia él, y se dirigió a la puerta.
Él se acercó por detrás, tomándola de la cintura, impidiéndole seguir.
Besó su cuello, conciente de que no se resistiría a él por mucho.

-tú no eres igual que las demás... lo sabes, verdad?

-sí, sí... lo que tú digas.

-te estoy hablando en serio. Sabes que eres diferente... pero no entiendo lo que pretendes... qué quieres, que me case contigo? Tú... tú sabes que eso no va a poder pasar...

-ay, imbecil! Qué te crees, qué eres lo único que me importa, que quiero casarme contigo? –volteó, mirándolo directamente a los ojos, totalmente enfurecida- tú para mí eres lo mismo que yo soy para ti! Nada. Así que deja de darte tanta importancia, quieres?

La silenció, apretando los labios de ella entre los suyos, mordiéndolos, haciéndolos sangrar. Pero ella no se retiró, no reaccionó mal ante el dolor... le era físicamente imposible negarse al placer de besar esos labios finos, cortos y tentadores.
Colocó sus manos sobre el cuello de Brian, atrayéndolo más hacia ella, sintiendo como las manos de él se introducían por debajo de su ropa, acariciándola dulcemente, con las callosas yemas de sus dedos...

-ya no me hagas enfadar, Sil... por favor, que no me gusta tratarte mal.

No le respondió, simplemente se dibujó en su rostro una diminuta y forzada sonrisa, que le indicó que la pequeña discusión estaba terminada.

Tomó el picaporte, girándolo con dificultad, volteando antes de salir, detenida por la voz de Bri.

-llama a Angela, quieres, necesito hablarle.-

Bufó.-típico de ti... cada vez que peleamos. No te preocupes, ahora te la llamo...-

“Bestia imbecil!”, pensó. Y salió de la habitación, con una impagable expresión de odio en el rostro.

***

-¿Fiesta?- la joven posó, atenta, sus grandes ojos en victoria, con ansias de saber de que se trataba aquello-

-¿Qué?¿no lo sabes? Siempre hacemos fiestas- Juli la miro de reojo con media sonrisa en el rostro- Bri siempre nos compra vestidos para esas ocasiones y nuestros Dannas nos consienten, nos halagan y demás

-¿Da...nas?- Todas la observaron con sorpresa

-no sabes lo que es un Danna?- Sophie atravesó la habitación sentándose en el suelo frente a ella-se nota que eres nueva, de esta manera no duraras mucho aquí

-no, la verdad que no, hay muchas cosas de aquí que no entiendo- todas comenzaron a reír-

-Eh, Victoria- Julieta tenia una gran sonrisa en el rostro- no durara mucho

-Claro que no…-

***

-Me llamaste ?- Angie entro como si nada a la oficina, ni siquiera llamaba a la puerta ya, estaba completamente acostumbrada a ese lugar. Tomo asiento esperando que Brian hablara.

-Dime, ¿Qué tal la nueva? ¿Ya puedo probarla?- Agie trago saliva rogando en su fuero interno que se tragara su excusa.

-La niña esta dentro, pero no creo que quieras probarla ahora- no quería decir mas, aun no había preparado nada en concreto, se puso de pie y comenzó a caminar hacia la puerta

-¿y por que no iba a querer?- la voz de Bri la hizo detenerse en seco, con una media sonrisa voltio y dijo lo primero que se le paso por la mente.

-Esta en regla- un escalofrió recorrió la espalda de Brian.

-dile, entonces, que cuando se normalice venga directamente aquí-

-Claro que se lo diré- Angela festejo para sus adentros, se la había tragado de una.

Salio de allí sonriendo, triunfante, y se topo con Silvia que había estado escuchando bastante, y que conocía a Alegna aun más.

-Y, Dime, ¿Cuál es el verdadero problema?-

-no hay problema alguno-

-Vamos, te conozco mas que a ti misma, y tú me conoces lo mismo, ¿Qué sucedió en la prueba?- Angie suspiro rendida, no podía guardarle secretos a esa mujer.

-la mocosa es virgen-

miércoles, 22 de junio de 2011

Capitulo 1

I


La joven esperaba impaciente, sentada en el gran sillón revestido en terciopelo rojo, enredando sus dedos en el cabello negro, con movimientos nerviosos, porque realmente lo estaba... ese día era decisivo; lo que sucediera en ese momento cambiaría por completo el resto de su vida, marcaría su destino, su futuro, o su falta del mismo.

Sentía ganas de llorar, no por ella, sino por su familia, la imagen de su madre llegó a su cabeza, ella siempre la había educado bien, le había enseñado a hacer lo correcto, y el paso que estaba a punto de dar...Bueno, eso no se encontraba entre las cosas que su madre creía correctas.
Ese lugar no le gustaba demasiado, al igual que no le gustaba la vida que estaba llevando, ya no soportaba la miseria. Siempre había considerado que merecía más, que tanto su inteligencia como su imagen eran demasiado para ese lugar en el que vivía, estaba convencida de que había nacido en el lugar equivocado.
Su familia era humilde y numerosa, su casa pequeña y precaria, su vecindario... para qué hablar? No era precisamente un “country”, sus vecinos eran uno más despreciable que el otro. Escoria, todos, todo... pura basura.
Aunque se torturara a sí misma, aunque entregara su alma al diablo al entrar a ese lugar, lo haría. Se repetía una y otra vez que eso era lo mejor, que debía hacer todo lo que estuviera a su alcance para tener la vida que se merecía, la vida que su familia se merecía. “Es lo mejor,voy a poder aguantarlo”. Su cerebro captaba la orden, y estaba de acuerdo con ella, pero su ¿alma? ¿Su corazón? Le decían que no le ayudaría en lo más mínimo, que terminarían con lo que quedaba de ella, que debía salir corriendo de allí de inmediato.

-Disculpa la demora, estaba ocupada, débes entenderme- una melodiosa voz de mujer se oyó desde lo alto de las escaleras, justo en el medio del enorme salón, tal como en los grandes palacios, en realidad, toda ese lugar lucía como un palacio, como el sitio más encantador de la tierra, aunque estuviera lejos de serlo. La mujer se acomodaba el cabello apresuradamente, nerviosa porque la vieran desarreglada.- mi nombre es Silvia, tú debes ser Amelia ¿No es así?

No respondió, asintió efusivamente con la cabeza, mirando a los ojos a la mujer que acababa de recibirla.

-Bien, estábamos esperándote. Nos han comentado que eres nueva en esto... -honestamente, no tenía mucho para decirle, en ese negocio no había nada peor que ser “nueva”, lo sabía bien, pero aún así, no podía darse el lujo de deprimirla más de lo que, sabía, debía estar.- yo comencé hace años, siempre he estado aquí, somos como una especie de familia. Créeme que no te será difícil ambientarte. Ven conmigo.-

-¿Donde? -

-A la oficina del jefe... –lanzó una carcajada casi inaudible- aquí todos somos muy amistosos, sabes, pero no es fácil entrar. No creeras que por una recomendación y por intercambiar un par de palabras conmigo ya serías parte de todo-

-No te entiendo, hablas como si fuera... una mafia! Puedes explicarme, Yo...estoy demasiado nerviosa como para seguirte el hilo!-

-Todas se ponen nerviosas al princpio, te acostumbraras a todo esto. Además, Brian te agradará, aquí todas lo amamos, es como una especie de padre para nosotras- le guiñó un ojo y ambas rieron, Amelia lo hizo sólo por compromiso.

No estaba con ánimos de reír, no le gustaba nada de nada lo que estaba haciendo, y otra vez un miembro de su familia se apareció en su cabeza. La imagen de su padre, en la cama del hospital, muriendo, diciéndoles a sus hijos las últimas palabras, tomando el brazo de su primogénito, rogándole que cuide a sus hermanas y a su madre. Si su padre la viera en ese momento... no! no quería, ni debía pensar en eso. Le dedicó a Silvia una sonrisa, que sabía, se veía muy falsa.

-No debes preocuparte, por hoy no haras nada- suspiró intentando ser lo más amable posible- debes hablar con Brian, luego veras a Angie y dependiendo de lo que ella diga, te vuelves a tu casa o te enseño tu habitación.-

-¿Quién es?-

Hizo una mueca que la más joven no interpretó en absoluto.

-Todo a su tiempo, ahora, entra por allí.-señaló una puerta enorme, de madera sólida, con pequeñas figurillas talladas en ella- es la oficina de Brian. No hables si él no habla antes, ningún comentario que suene sentimental, no te rías de sus chistes, para él es falta de respeto, y no lo mires directamente a los ojos a menos que él te lo pida, ¿Entendido?-

Asintió, algo extrañada, algo espantada, con deseos de salir corriendo.

Se acercó a la puerta, girando el picaporte con lentitud, asomando su cabeza a medida que iba teniendo espacio, tratando de recordar todo lo que no debía hacer.
Tras la puerta, sentado tras su escritorio, divisó a un hombre corpulento, de espalda ancha, rasgos atractivamente extraños, de ojos tristes y reflexivos, con unos cabellos lacios que no le llegaban a los hombros.

-Pasa, no pierdas tiempo.-su voz sonaba dura, encajaba a la perfección con su imagen.

Terminó de meterse en la habitación, cerrando la puerta tras ella, y viendo al hombre con más preescisión, notando los hermosos tatuajes que adornaban sus brazos...

-Ven, siéntate-Ordenó.

Le hizo caso, pero sin hablar, mirando al piso.

-Por si es lo que te preocupa, ahora te doy mi permiso para hablar, así que habla. Tu nombre.-

-Amelia, señor... ese es mi nombre.

-¿Qué edad tienes? Cuéntame tú, que acabo de despertar y no tengo deseos de hablar.

-Tengo 17 años, casi 18... y no sé que más puedo decirle-

-perfecto! Me gusta esa sensación de pateticidad en las nuevas-Brian no se caracterizaba exactamente por su sensibilidad...-No me gusta que una puta tenga la autoestima alta, y menos en los comienzos.-

Se levantó, pasando junto a ella, abriendo la puerta y llamando a la mujer.

-vamos, Silvia, llévala con Angie! Si ella la aprueba está lista-

La mente de la joven daba vueltas, no se detenía, no paraba de maquinar... no entendía nada de lo que estaba pasando.
Caminó escaleras arriba, siguiendo a su anfitriona, fijándose en cada pequeño detalle del decorado de esa hermosa construcción.
Las paredes eran de un color bordó oscuro, aunque con la maravillosa iluminación que proporcionaban las arañas que colgaban del techo, lo hacían ver como un rojo oscuro y brillante, color sangre... de los muros colgaban bellísimas pinturas, con marcos dorados, pero no brillante, un dorado opaco, apagado... las decenas de sillones, divanes, almohadones como formando lechos en los rincones... simplemente perfecto! Todo era demasiado hermoso, se veía demasiado agradable...
Ese lugar... se veía como lo que era, un templo al placer! Simplemente eso. Hasta las alfombras... alfombras bordadas! Eso si era algo que ella jamás había visto, ni siquiera en los programas de televisión, ni en sus sueños...

Una nueva voz la sacó de su transe, y volviendo su mirada, descubrió a otra de las habitantes de esa casa.

-Ella es la muchacha nueva, Angela, sólo nos falta tu aprobación-

La observó, escrutándola con la mirada, tratando de descifrarla sin tener que hablarle ni tocarla.

-Bien, mándala a alguna habitación vacía. Sabes que prefiero inspeccionarlas en la mía, pero David no se ha ido aún, y no se puede... en unos minutos voy-


***


Amelia se sentó sobre la cama, con el vestido que Silvia le había dado en las manos.
Sintió el calor de la primera lágrima correr por su mejilla.

-No! no vas a llorar, no puedes llorar!-

Lo dijo en voz alta, reprendiéndose, odiándose por ser tan débil. Tomó la extraña vestimenta y se dispuso a colocársela.
El faldón de tul era corto, muy corto, tal vez demasiado; el ajustado corsé la dejaba sin aire.Se colocó las altísimas botas negras y los guantes de encaje.
Vio su imagen reflejada en el espejo... todo el conjunto estaba entre los tonos negro y azul, tal vez algo de violeta, pero sólo un poco; debía reconocerlo, no se veía para nada mal. Siempre había sabido que tenía buena figura, en realidad, eso fue lo que la decidió, los hombres estarían dispuestos a pagar por ella, y en el punto crítico, simplemente se decidió por usar ese don de la belleza que había recibido.

Voltio al oír el ruido de la puerta, y fijó sus grandes ojos verdes en la mujer que se acercaba a ella.

-Sí, el condenado tenía razón, eres muy bonita...-la tomó de la cintura, por la parte trasera, y colocó su rostro sobre el hombro de la más pequeña.- No ha todas les ha calzado ese vestido...

-Así que... tú tenías que ver como me quedaba esto... es estúpido, no te parece?-

-Mi pobre niña! Que ilusa eres, cuantos años tienes, 14?-

-17...-

-Bien, es comprensible, eres ignorante en ciertos asuntos... yo estoy aquí para probarte... el vestido es sólo un capricho mío, me gusta tener a una virgen del negocio vestida de lolita entre mis brazos... es por puro morbo.-

-¿¡qué!? ¿Cómo que probar? Tú... yo no entiendo nada!-

-ay, idiota! Soy la catadora de putas, ok? Las acostumbro a sentir cosas. Mira, cariño,-sereno su voz, sentándola en el borde de la cama y acariciando su mejilla- no se que experiencias tienes tú, pero esto no es fácil, no es agradable tener que acostarte con cualquier gordo inepto que entra por la puerta, y menos es para las niñas inexpertas, ejemplo: tú! Yo sólo les doy la primera experiencia, dependiendo de lo que yo diga, van con Brian, y luego los clientes.-

La más joven abrió sus ojos al máximo, como grandes platos blancos.

-Qué! No! de ninguna manera! Yo no soy así, yo hago esto porque necesito dinero, porque no quiero acabar mi vida siendo una simple empleada! Pero esto ya es un exceso.-

-No lo es, es lo que se debe hacer... todas pasamos estas cosas, todas estuvimos asustadas...-

Angela acercó su rostro al de la chica, abriendo delicadamente sus labios, capturando los de la joven entre ellos.
Deslizó su mano derecha dentro del faldón azul, sintiendo la suavidad propia de la juventud que las piernas de la joven tenían, pudo percibir el temblor general en su cuerpo, y se separó de ella con bruzquedad

-Tú eres virgen!-gritó, horrorizada.-tu piel se siente como piel de virgen, tus labios saben a virgen y tiemblas como virgen!-se levantó de un salto, moviendo efusivamente sus brazos- qué demonios haces aquí!? Vete a tu casa, juega con tu novio, cocina con tu madre! Qué viniste a buscar a un burdel!?-

-quiero dinero! Nada más.-

La mayor hundió la cabeza en sus manos, tratando de aclarar sus pensamientos.

-Syn sabe esto? No trabajamos con niñas como tú.-

-no le digas-fue casi un ruego... en susurro.-quiero estar aquí.-

-mira, niña, yo no me acuesto con alguien así, siento que te estoy violando, y no me gusta. Él te va a querer probar también, y se dará cuenta... te va a odiar y te echará. Él se acuesta con todas, pero jamás desvirgó a nadie, ni yo tampoco, así que vete a tu casa.-

Comenzó a llorar amargamente, cayendo a los pies de Angela, mirándola llena de dolor, tratando de conmoverla.

-haré lo que me digas! Voy a comportarme, cada orden que me des, yo la cumplo. Pero ayúdame a permanecer aquí, necesito esto! No me importa meterme bajo las mantas con nadie, yo no siento desde hace mucho! Por lo que más quieras, ayúdame!-

La mayor suspiró violentamente, llena de ira. La tomó de la mano, ayudándola a levantarse.

-aBien! le inventaré algo a Brian. Pero no quiero verte lloriqueando por ningún lado luego! Sólo te ayudo porque me das lastima, porque se ve que necesitas esto, por alguna extraña razón quieres hacerlo... ahora vete! Dile a Sil que te de un cuarto, o que te lleve con las demás chicas... yo voy a pensar...-Se dispuso a salir, pero la mayor volvió a hablar.-solo con una condición, conserva el vestido, me gusta la imagen, quiero decir, el personaje...-

La mirada extremadamente lasciva la hizo sonrojar.

A twisted Game

Moralidad. ¿Qué es la moral exactamente? ¿Quién puede decir que algo es o no moral? la respuesta resulta simple, en realidad, nadie puede. Al igual que sucede con lo bueno y lo malo, nadie puede decidir que es bueno y que no, son modos de ver las cosas. Porque todo se basa en puntos de vista, y cada persona, cada sociedad, cada agrupación, tiene uno diferente.